Hitos del Banco Central // Museo Numismático

Luego de su creación, el funcionamiento del Banco Central de Chile se mantuvo sin mayores cambios hasta 1953, año en que un nuevo decreto originó la segunda Ley Orgánica de la institución. Sus medidas dispusieron la duración indefinida del organismo y la capacidad de otorgar créditos a instituciones estatales, entre otras acciones. Posteriormente, en el año 1960 se introdujeron nuevos cambios a través de dos Decretos Ley, modificando la elección del directorio del Banco y facultando a la institución para dictar normas sobre comercio exterior. Luego, en 1975 una cuarta Ley Orgánica introdujo nuevos cambios, como la dotación de patrimonio propio sin dividirlo por acciones, entre otras medidas. Finalmente, en 1979 se introdujo un último cambio que prohibió al Banco otorgar créditos directos a empresas privadas y públicas

De forma implícita, la autonomía del Banco Central de Chile ha estado presente desde su inicio en 1925, al dotársele de personalidad jurídica de derecho público, independiente del Gobierno. Pero no es sino hasta la promulgación de la Ley 18.840 del año 1989 que se consagró la autonomía técnica y patrimonial del Banco, para dar independencia a la institución de los ciclos políticos, y de esa forma, otorgar más estabilidad a la política monetaria y cambiaria, entre otras materias, además de precisar sus principales funciones: velar por la estabilidad del valor de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos.

Apenas tres años después de su fundación el año 1925, el Banco Central de Chile abrió las puertas de su propio edificio en 1928 en su actual ubicación en la esquina de las calles Morandé y Agustinas, en pleno Barrio Cívico de Santiago. La estructura, que tiene carácter patrimonial, fue obra del arquitecto Alberto Cruz Montt, quien también proyectó emblemáticos edificios como el Club de la Unión, Palacio Ariztía, Círculo Español, Castillo de las Majadas de Pirque, entre otros. Posteriormente, el edificio del Banco fue ampliado en la década de 1940 por el arquitecto Josué Smith Solar y su hijo, José Smith Miller, quienes respetaron el trabajo original de Alberto Cruz Montt, uniformando las fachadas del edificio y manteniendo la configuración que exhibe en la actualidad.